Para comprender la importancia de la economía social en la Unión Europea, hay que decir que los diferentes Estados miembros cuentan con 2,8 millones de organizaciones sociales que generan más del 8% de su PIB. Además, estas entidades aportan a la economía casi 14 millones de puestos de trabajo, es decir, más del 6% de la fuerza laboral.

Según el Parlamento Europeo, la economía social es uno de los pilares del modelo social europeo y “juega un rol esencial en la economía europea conjugando rentabilidad y solidaridad, creando empleos de calidad, reforzando la cohesión social, económica y territorial, generando capital social, promoviendo una ciudadanía activa, la solidaridad y una forma de economía dotada de valores democráticos, que sitúa al ser humano en primer plano y contribuye al desarrollo sostenible y a la innovación social, medioambiental y tecnológica”.

A su vez, el Plan de Acción de la UE para la economía social apuesta de manera rotunda por este modelo de desarrollo socioeconómico por diversas razones, entre las cuales podemos destacar algunas. Europa necesita a la economía social para conectar con sus ciudadanos y detectar sus necesidades reales, así como para crear soluciones innovadoras a desafíos diversos como el desempleo o el trabajo precario, la exclusión social, la discriminación y el racismo, el cambio climático o la falta de cohesión social y territorial. Además, contribuye al logro de varios objetivos clave de la UE, a saber: un crecimiento inteligente, sostenible e integrador, innovación social y el desarrollo local y regional. Y algo muy relevante, la economía social es un sector que ha capeado las crisis económicas mucho mejor que otros sectores; teniendo como ejemplos paradigmáticos la crisis del 2008 o la pandemia del COVID-19, respecto de las cuales, estas entidades han demostrado una gran resiliencia social y económica y una gran capacidad de innovación ante la adversidad, desempeñando un papel fundamental a la hora de ayudar a los ciudadanos a superar graves dificultades (poniendo a las personas en el centro).

En base a todo ello, el Plan de Acción de la UE para la economía social pide a la Comisión que fomente la inversión en el impacto social, demanda a los Estados miembros que proporcionen una financiación específica a las entidades de la economía social para que aprovechen plenamente los fondos actuales de la Unión en favor de este modelo de desarrollo, y recuerda a los Estados miembros que la Directiva sobre contratación pública permite a los poderes adjudicadores utilizar la contratación pública para perseguir objetivos medioambientales y sociales y, en particular, permite la convocatoria de licitaciones reservadas a entidades que responden a determinados criterios de calidad y cuyo objetivo principal es la inclusión laboral de personas con discapacidad u otros grupos en riesgo de exclusión social.

Fundación PRODE es un ejemplo de modelo de economía social que genera desarrollo socioeconómico en el territorio, en los niveles local y regional, teniendo un gran impacto social en el mundo rural. De este modo, trabajando desde el convencimiento de que el emprendimiento y la economía social son determinantes, un gran número de personas con discapacidad o en situación de vulnerabilidad han pasado de estar estigmatizadas, desvinculadas del mercado laboral y discriminadas en diferentes aspectos de sus vidas, a ser protagonistas de una inclusión real y convertirse en un motor de desarrollo económico e innovación social.

Muestra de lo conseguido por Fundación PRODE como agente de desarrollo económico y social, son los importantes indicadores que arroja en el despliegue de una estrategia orientada a cumplir su propósito de “Acompañar a cada persona en el desarrollo de una vida con sentido, basada en la búsqueda de la felicidad”. Por un lado, como indicadores de rendimiento podemos destacar los siguientes: 901 profesionales, de los que 505 son mujeres, 396 hombres, 492 tienen algún tipo de discapacidad y 119 tienen discapacidad intelectual o enfermedad mental; 1.093 usuarios y más de 3.000 familiares beneficiándose directamente de sus acciones con unos altos índices de calidad de vida; 44 proyectos de emprendimiento social desarrollados, de los que 21 son de carácter social y 23 de empleo.

En los indicadores de percepción recogidos a través de encuestas realizadas a los diferentes grupos de interés, sobre una puntuación de 0 a 5, han valorado lo siguiente: en índice de satisfacción, las personas con discapacidad intelectual hacen una valoración de 4,4, las personas mayores de 4,7, las familias 4,5 y 4,5 los clientes mercantiles; 4,4 han valorado los profesionales respecto a su orgullo de pertenencia a la Entidad y 4,4 lo que la sociedad estima en lo referido a la imagen positiva de Fundación PRODE.

Deja un comentario

Artículos relacionados