Quinito lleva 26 años en Fundación PRODE. Recuerda sus inicios con muy poca gente: “éramos cuatro gatos, eso sí, en cuanto entré me sentí como en casa. Viví en la Calle Mayor, en la Casa de las Obispas. Las habitaciones no tenían nada que ver con las que tenemos a día de hoy. Después pasé cinco años en la Residencia de Apoyos Extensos y/o Generalizados de Pozoblanco y de ahí a las Viviendas Tuteladas, donde resido hoy en día.”

Quinito considera que, en estos cuarenta años, Fundación PRODE ha cambiado en todo, o casi todo, porque el objetivo principal de aquellos inicios se sigue conservando a día de hoy: que las personas sean felices y vivan cada vez mejor. No sólo la Fundación ha cambiado, recalca, él también con ella. “Si no hubiera topado con PRODE en mi camino no estaría vivo. Esto es así, y quien me conoce bien lo sabe. Aquí tengo un hogar, me siento muy querido y tengo una gran familia, con novia incluida”.

El inicio de María José fue difícil pero, poco a poco, la Fundación se convirtió en su casa. “Cuando entré me sentía muy nerviosa y agresiva, tenía muchos conflictos internos, no sabía si había hecho lo correcto entrando en PRODE, necesitaba mucha comprensión y afecto. Con el tiempo me di cuenta que lo mejor que hice por mí misma fue quedarme aquí. Mi cambio ha sido radical, estoy mucho más tranquila, aquí tengo un hogar y una familia que me quiere y apoya. Eso nunca antes lo había sentido. Aquí he conseguido casarme y vivir con mi marido de forma independiente hasta que nos hicimos mayores y regresamos a la residencia.”

María José también recuerda los inicios de la Fundación con muy escasos recursos, “sí, esto ha cambiado mucho. Ahora tenemos muchos más medios, en todos los sentidos. Cada vez somos una familia más grande, hay mucha gente nueva pero sigo recibiendo el mismo cariño que cuando entré.”

Ambos se acuerdan de Blas García Rodríguez, fundador de la Organización, de todos los buenos momentos, del apoyo que recibieron por su parte y el cariño. Recuerdan sus primeros viajes acompañados por él y por el resto del equipo.

José Andrés lleva toda su vida vinculado a la Fundación. “Tiene más años que yo, Fundación PRODE cumple 40 y yo tengo 28. Cuando tenía un año comencé en Atención Temprana, recibiendo rehabilitación. Aquí he obtenido el apoyo y el acompañamiento que necesitaba para progresar y he podido disponer de recursos a los que en cualquier otro lado no hubiera tenido acceso. PRODE es parte de mi familia. Además, desde hace cinco años estoy trabajando en el Departamento Económico. Para cualquier persona, con o sin discapacidad, lo más importante es tener un empleo o una ocupación digna. Que las personas con discapacidad tengan un empleo hace que se rompan barreras y prejuicios sociales. Todas las personas tenemos derecho a tener un puesto de trabajo o una ocupación que te haga feliz y, aunque, en estos últimos años, se ha avanzado mucho en este asunto, aún hay mucho camino por delante para seguir mejorando”.

En el caso de José Andrés, su puesto de trabajo significa tener una motivación diaria, “ver que soy capaz de cumplir los objetivos que me marqué cuando terminé mi carrera y tener la oportunidad de poder llevar a cabo esos conocimientos a la práctica es toda una satisfacción. Gracias a mi empleo me siento realizado y también ha servido para relacionarme, mis compañeros no son sólo eso, son ya amigos. Para mí, Fundación PRODE lo es todo.”

A lo largo de toda su vida, José Andrés ha percibido grandes cambios en la Fundación, “PRODE no ha dejado de progresar y luchar por su propósito, no hay nada más que ver la cara de felicidad de las personas dándose un paseo por aquí. Uno de los mayores cambios es que antes las personas con discapacidad no podían acceder a un empleo y ahora se crean puestos de trabajo para que las personas puedan sentirse realizadas y tener una vida digna.”

Blas García destaca la situación tan precaria que se vivía en los comienzos de la Entidad, “había mucho voluntarismo, se vivía de la solidaridad, las instalaciones eran espacios que nos habían cedidos distintas instituciones. En esos inicios, se pretendía encontrar un alojamiento adecuado para el régimen residencial y también una ocupación. Se tenía la Casa de las Obispas que nos cedió el Obispado y, por otro lado, el Centro de Día Ocupacional que nos lo cedió el Ayuntamiento de Pozoblanco y que, más tarde, la Entidad compró. Se vivía de subvenciones, era una situación muy inestable, las necesidades había que cubrirlas con donaciones personales de mucha gente y a través del trabajo de personas voluntarias.  Uno de los cambios más importantes que se produjeron en la Fundación es dejar de depender de la voluntad, la solidaridad y las subvenciones para sacar adelante un proyecto que, en sus inicios, contaba con muy escasos recursos”.

Blas recalca que no sólo ha cambiado PRODE, sino la forma de vivir y el mundo en general. “Que las personas tengan sus necesidades básicas cubiertas se ha convertido en un derecho, antes no lo era. Se debe tener garantía de que las administraciones públicas ofrezcan a las personas los recursos necesarios para tener sus necesidades cubiertas. Esto es lo más importante. Particularmente en PRODE, somos conscientes de que las personas para ser felices necesitan tener el poder sobre sí mismas, tomar sus propias decisiones. En este sentido, actualmente el enfoque es mucho más avanzado que antes, ahora se respeta y fomenta su capacidad de decisión. El enfoque no es la Organización, son las personas”.

Para Blas, lo profesional y lo personal están completamente relacionados. “En mi caso, PRODE le ha dado sentido a mi vida. Soy de la opinión de que lo que hace felices a las personas es sentirse queridas, siempre y cuando tengan cubiertas sus necesidades básicas. Antes de empezar en la Fundación yo ya tenía estas necesidades cubiertas, trabajaba para la Administración Pública y lo que he descubierto aquí ha sido un modo de entender la vida diferente. Lo que hago en PRODE no lo concibo como un trabajo, sino como una ocupación que me hace feliz. Defiendo que uno recoge lo que siembra, por tanto, si siembras el trabajo que hacemos en la Organización, ¿qué es lo que recoges? Exactamente lo mismo que estás sembrando. Probablemente, si no estuviera aquí, estaría en otro proyecto social que me supusiese sembrar cosas que me van a dar como retorno ese bienestar que provoca el sentirse querido”.

Reflexionando sobre qué es lo que más se debe cuidar en Fundación PRODE, Quinito no titubea, “a nosotros, a las personas”. María José asiente con la cabeza, “nos tenemos que seguir cuidando los unos a los otros y mantener el respeto que nos debemos”. José Andrés reafirma lo dicho y añade que “tenemos que cuidar nuestro propósito y seguir luchando para que todas las personas, sin ningún tipo de exclusión, podamos desarrollarnos profesional y personalmente”.

Blas recuerda que ya lo dice el primer principio de actuación de la Organización: “lo primero son las personas. Y además lo dice el propósito, acompañar a cada persona. Es lo que hace que Fundación PRODE esté donde está. En cuanto eso dejase de ser lo primero, la Fundación perdería todo su sentido”.

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