¿Cuál ha sido tu trayectoria en Atención temprana?
En 2003 entré a formar parte del equipo de atención temprana de la Entidad, en aquel momento estaba formado por tres terapeutas y se trabajaba desde un modelo clínico basado en el déficit o la discapacidad del menor, donde el terapeuta evaluaba, marcaba el plan de intervención y llevaba a cabo las intervenciones en zonas de tratamiento.
Trabajábamos con subvenciones dependientes de la Consejería de Asuntos Sociales, donde la atención temprana no era un servicio estable y por tanto no era considerada como un derecho.
¿Cómo es ahora el modelo de intervención con el que se trabaja en los CAIT de Fundación?
Actualmente estamos apostando por un modelo integral de atención temprana que da un mayor protagonismo a las familias y les ofrece una atención diferente.
Este modelo, respaldado por estudios científicos a nivel mundial, propone una serie de prácticas recomendadas, que facilitan a los terapeutas poder ayudar en el desarrollo de competencias en los cuidadores principales para sacar el máximo partido a las oportunidades de aprendizaje que surgen en los entornos naturales.
Con esto se persigue optimizar los resultados en el funcionamiento del menor, es decir, aportarle aprendizajes generalizables en la mayoría de los entornos, más duraderos en el tiempo y con un impacto muy positivo en la calidad de vida de las familias y por tanto de los niños y niñas.
Sin embargo, para que este modelo pueda ser adoptado en su totalidad, es necesario un marco legal estatal que facilite la formación a profesionales y que promueva las condiciones para que estas prácticas puedan ser implementadas.