La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la sexualidad como “un aspecto central del ser humano, presente a lo largo de toda su vida”.

Esta definición, aparentemente simple, implica que la sexualidad es intrínseca a la existencia misma del ser humano en todos los momentos de su vida, y esto nos lleva a la siguiente pregunta: ¿por qué, como sociedad, damos por hecho que vejez y sexualidad son dos conceptos incompatibles?

Estudios y nuestra experiencia como profesionales, evidencian que un gran porcentaje de la población mayor sigue teniendo intereses sexuales y siendo sexualmente activa, y esta actividad no sólo tiene que ver con aspectos tan importantes de la persona como la intimidad, el deseo o el erotismo, sino que contribuye positivamente a la salud y calidad de vida de las personas mayores.

Por tanto, podemos hablar de “salud sexual” como un concepto que engloba las dimensiones del bienestar físico, emocional, mental y social, y que está en nuestras manos como profesionales, y por extensión, como sociedad,  respetar, cuidar y facilitar.

Tradicionalmente se ha pensado que la sexualidad de las personas mayores no existe o incluso que es algo inmoral seguir teniendo intereses de este tipo en edades avanzadas. Los prejuicios sociales han venido siendo encubridores de lo que es una evidencia y esta es la “gran faena” o mala pasada que la sociedad propina a las personas mayores: Por si no fueran suficientes las barreras físicas propias de la edad (enfermedad, movilidad reducida, etc.), las personas mayores se encuentran con barreras sociales por las falsas creencias estereotipadas que pueden llevarle a avergonzarse y no sentirse sexualmente libres.

La cosa se complica y de qué manera cuando la persona vive en un entorno residencial y es en este ámbito donde los profesionales debemos enfocarnos hacia un cambio de mentalidad que favorezca la salud sexual de las personas mayores creando en las residencias un entorno que normalice la sexualidad en la vejez. 

Para el abordaje de esta cuestión, en el Área de Personas Mayores de Fundación PRODE desplegamos un amplio elenco de actuaciones bajo el paraguas de la planificación centrada en la persona y que es difícil de resumir, entrando en juego derechos e implicaciones éticas que debemos tener en cuenta a la hora de actuar sobre cada caso concreto; sin embargo, podemos enumerar los cuatro pilares que constituyen la base de este abordaje: respeto, comprensión, información y apoyo. Sobre esta base, como profesionales, pretendemos ser impulsores de la normalización social de la existencia de la sexualidad de las personas mayores, mostrándola como la “perogrullada” o verdad evidente que siempre fue.

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