La Declaración universal de derechos humanos, el Comité de derechos del niño y el Comité sobre los derechos de las personas con discapacidad, promulgan que “la educación es un derecho fundamental del ser humano y que tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales”, que “el derecho a la educación inclusiva se centra en la participación plena y efectiva, accesibilidad, presencia y progreso de todos los estudiantes” y que por tanto “la inclusión de los menores con discapacidad es un derecho, no un privilegio”.
Por otro lado, los líderes mundiales en 2015, cuando asumieron los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), en el Objetivo 4 se comprometieron a “garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”.
Para Plena inclusión, la educación inclusiva es un objetivo irrenunciable, tanto desde el punto de vista de la evidencia del conocimiento como desde el de los derechos y no depende meramente del contexto físico donde se lleve a cabo, sino de la cultura, los valores, las políticas y las prácticas que la integren.
Por tanto, la educación inclusiva se debe garantizar dentro de un Sistema Educativo que, como bien define la Real Academia Española y la propia LOMLOE, no es la respuesta limitada de dos sistemas paralelos “ordinario versus específico de educación especial” sino un conjunto integrado por diversas entidades, tanto públicas como privadas, que colaboran para asegurar el ejercicio del derecho a la educación en España. En ningún caso se menciona la existencia de dos sistemas paralelos sino de diferentes formas de atender la diversidad y necesidades individuales.
Los centros específicos de educación especial, por ende, son un recurso más para alcanzar una educación inclusiva, que se concreta en tres áreas de trabajo: servicios educativos, formativos y de asesoramiento, pasando a ser centros de referencia y apoyo para la intervención en alumnos con necesidades educativas especiales independientemente del contexto en que se encuentren.
Es imprescindible la implicación del Sistema Educativo para diseñar propuestas basadas en el diseño universal de aprendizaje, respetando los principios de participación, representación y acción y expresión; generando propuestas que de verdad ofrezcan un lugar de desarrollo personal y competencial para todos y todas, con independencia de sus condiciones personales o sociales.