Los encinares son bosques característicos de la Iberia seca, de temperamento robusto y gran amplitud ecológica, que cuando se encuentran bien conservados constituyen uno de los ecosistemas más complejos y maduros del territorio. La dehesa de encina de bellota dulce es un ecosistema antropogénico generado por la evolución histórica del bosque mediterráneo original, principalmente a partir del encinar y del alcornocal, y que ha evolucionado hacia paisajes caracterizados por una estructura dominada por árboles dispersos tipo ‘parque’, con presencia de un estrato herbáceo aprovechado por la fauna silvestre o doméstica. Estos procesos históricos han conformado el paisaje de dehesa en la Comarca de los Pedroches. La mecanización del campo, la aparición de nuevos cultivos, los cambios de la oferta y demanda de los productos, y los cambios en la cabaña y el manejo ganadero propiciaron la caída de la rentabilidad del sistema de la dehesa tradicional, pudiéndose hablar, por contraste con la dehesa tradicional, del modelo de dehesa actual o agro dehesa, que coexisten la Comarca de los Pedroches.
La dehesa sólo puede conservar las condiciones de buen equilibrio con que la identificamos si se ejerce un manejo adecuado, evitando cambios bruscos en su gestión que tendrían un enorme impacto en el mantenimiento de su diversidad biológica y de todos los servicios ambientales ligados a ella.
Uno de los principales problemas de las dehesas es la casi completa ausencia de regenerado en la mayor parte de ellas, lo que da lugar a su fosilización. El efecto de las labores frecuentes, las sobrecargas ganaderas y la pérdida de usos múltiples y prácticas de gestión imposibilitan la aparición de brinzales y renuevos que aseguren la regeneración del arbolado, a pesar del esfuerzo de algunos propietarios por proteger los renuevos y realizar plantaciones de densificación de encinas y alcornoques, subsidiadas por las administraciones públicas.
Las dehesas de los Pedroches presentan una estructura regular, con una densidad media, con un valor algo mayor en la subcomarca oriental (42 árboles ha-1) que en la occidental (37 árboles ha-1), con abundancia de árboles maduros (40-50 cm), y un porcentaje de árboles jóvenes claramente deficiente (individuos menores de 7,5 cm, con un valor medio de 4,7 árboles ha-1), aunque casi inexistente en las dehesas de espesura defectiva. Es importante destacar que en las dehesas con ausencia completa de regeneración sería necesario recurrir a prácticas de regeneración para garantizar su persistencia, lo que hace urgente integrar en su manejo prácticas que aseguren la renovación de su vuelo como única garantía de su pervivencia.
En conjunto, se asiste a una intensificación de los agroecosistemas de dehesa, caracterizada por un marcado cambio socioeconómico de la dehesa, donde gran parte de los pequeños propietarios van desapareciendo, al perder viabilidad económica sus fincas, o a la falta de un relevo generacional. La falta de un trabajo especializado y bien remunerado vinculado a la dehesa, y con el adecuado prestigio social, hace que los jóvenes busquen otros trabajos fuera o incluso dentro de la propia comarca. Las grandes fincas han orientado su gestión hacia la agroindustria, intensificando y diversificando (en pocos casos) su actividad. Asistimos, por tanto, durante las últimas décadas a un cambio muy profundo del modelo de gestión de la dehesa.
La posibilidad de actuación de organizaciones de productores, como es el caso de COVAP–Fundación PRODE–El Dehesafío, facilita la gestión de las potenciales rentas productivas y ambientales de la dehesa, y la valoración de los bienes y servicios ambientales no-comerciales (especialmente en los casos de servicios como la capacidad de secuestro de carbono, el paisaje y la biodiversidad). Por tanto, son los propietarios de fincas de dehesas los que, a través de sus organizaciones (cooperativas, asociaciones de ganaderos, asociaciones de propietarios, etc.), deben tomar la iniciativa para integrar las acciones directas relacionadas con su finca, de forma conjunta con la valoración de los servicios y funciones ambientales de sus comarcas. Potenciar la gestión técnica de la dehesa, modernizar y adecuar la gestión de las fincas en un mercado global y fuertemente competitivo, y optimizar la gestión planificando los riesgos y amenazas a escala comarcal, valorar los servicios ambientales y aumentar la capacidad de negociación del sector son los ejes principales sobre los cuales debe planificarse la dehesa del siglo XXI. En este marco, Fundación PRODE-El Dehesafío deben ser agentes clave para optimizar los usos productivos de la dehesa, pero, además, para avanzar y profundizar en la diversificación de las fincas de dehesa, a través del establecimiento y desarrollo de actividades innovadoras. La activación socioeconómica de los territorios en que la dehesa se ubica puede permitir una modernización creativa de la gestión de la dehesa, aunando un espacio de producción responsable con un paisaje agroganadero de su indisoluble funcionalidad ecológica.
(Extraído de la exposición de Rafael Mª Navarro Cerrillo y Francisco J. Ruiz Gómez en la “Jornada sobre la regeneración de la dehesa” llevada a cabo el 25 de abril de 2023 en Fundación PRODE-El Dehesafío).