¿Qué está haciendo Fundación PRODE para protegerse en términos de ciberseguridad?
Hace años que comenzamos con un plan para atajar este tema. Lo primero ha sido formarnos con ciertas garantías para afrontar el reto de blindarnos en algo tan importante, asistiendo a un curso preparatorio para la certificación en CODE7, seguido de uno de informática forense y actualmente uno de hacking ético, un total acumulado de más de 500 horas. Además, aunque ya se lleva tiempo protegiendo nuestras redes, dispositivos e información adoptando políticas orientado a ello es mi proyecto más ambicioso y ha sido incluido en el V Plan Estratégico.
Has hablado del Plan Estratégico, ¿qué se está haciendo al respecto?
Queremos certificarnos en ISO27000 que es la que trata la seguridad de la información. Es un proceso a varios años vista; para culminar este proyecto hay que llevar a cabo un decálogo de buenas prácticas y definir un Sistema de Seguridad de la Información (SGSI) que va a desencadenar una gran labor a llevar a cabo por todos los miembros de la Organización. Unos tendrán más responsabilidad que otros, se elaborarán procesos del trato de la información en todas las áreas así como el acceso a la misma pasando por el acompañamiento de medidas de protección de redes, equipos informáticos y smartphones.
¿Está preparada la sociedad en general para el reto de estar protegidos ante la ciberdelincuencia?
Las nuevas generaciones tienen cierta preparación; el resto, según una encuesta que hemos llevado a cabo entre familias, personas usuarias y profesionales de Fundación PRODE, no tanto. Por ello, creemos que la cultura es vital y estamos inmersos en la elaboración de cursos para dotar a estas personas del conocimiento suficiente para que no se expongan al riesgo. A fin de cuentas, el bastión principal de la ciberseguridad es el factor humano, somos los que con un clic de ratón o autorizando algo en nuestros móviles liberamos la amenaza y damos acceso gratuitamente a información de forma inconsciente. Cuando algo es gratis significa que a cambio les estás dando cierta información, terminando ésta en el maremágnum que maneja el big data, accediendo a tus gustos, sitios que frecuentas o dónde estás, entre otros datos.