[vc_row type=»in_container» full_screen_row_position=»middle» scene_position=»center» text_color=»dark» text_align=»left» overlay_strength=»0.3″ shape_divider_position=»bottom» bg_image_animation=»none»][vc_column column_padding=»no-extra-padding» column_padding_position=»all» background_color_opacity=»1″ background_hover_color_opacity=»1″ column_link_target=»_self» column_shadow=»none» column_border_radius=»none» width=»1/1″ tablet_width_inherit=»default» tablet_text_alignment=»default» phone_text_alignment=»default» column_border_width=»none» column_border_style=»solid» bg_image_animation=»none»][vc_column_text]Soy Remedios, natural de Hinojosa del Duque y, a mis 93 años, afronto la vida con ganas de llegar a cumplir los cien manteniéndome como he sido siempre, alegre, con fuerza y activa; y rodeada de mis hijos, nietos y biznietos.

Hace años mi marido y una de mis hijas se fueron a Suiza a trabajar; poco después, al casarse mi hijo, él, su mujer y yo nos fuimos también. Una de mis hijas se quedó en el pueblo, volveríamos. Y digo yo, que será por mi forma de ser, pero no me acobardé por no saber el idioma, y aunque está claro que Hinojosa y Berna no se parecen, me adapté, cada día metía mi carnet de identidad en el bolso, me lo colgaba al hombro y pasaba las mañanas paseando y conociendo la ciudad, así aprendí a defenderme en italiano, hablando con la gente de las tiendas. Allí pasé 4 o 5 años, en los que además de cuidar a mi familia, cuidé de dos niños.

Me considero una mujer valiente que no me achico en situaciones nuevas, por lo que cuando hace 6 años escuché en la radio que habían abierto en mi pueblo, Hinojosa, un centro al que los mayores iban a hacer actividades durante el día y por las noches volvían a sus casas a dormir, le dije a mi hija: “averigua cómo hay que apuntarse, que ahí quiero ir yo”. Estaba cansada y aburrida de estar en casa sin mucho que hacer y si quiero conseguir mi propósito de cumplir los cien tal y como estoy, ir al centro lo veía buen camino. Iba tranquila y con el deseo de que me gustara estar allí, conocer a gente de mi edad y estar ocupada en mí día a día. ¡Y vaya si me gustó lo que encontré! Lo vi todo limpio, con mucha luz, muchas cosas que hacer en el día y unas muchachas muy simpáticas que te ayudaban en todo. Conocí a Luis y a Asunción, fuimos los primeros en ocupar el centro.

Durante este tiempo de cierre del centro he echado de menos tanto a las muchachas como a los compañeros, he preguntado por todos ellos durante este tiempo; y también cuándo se iba a volver a abrir y ahora que me han dado la noticia de la reapertura, estoy muy contenta. Retomaré mis clases de italiano, que lo que una sabe tiene que trabajarlo para no olvidarlo, también los talleres de cálculo, de memoria, la gimnasia, las excursiones, las manualidades, los bailes… ¡si es que allí hago de todo! Aunque gimnasia sí que he hecho mucha durante estos meses, al principio de la que recordaba que hacíamos todos los días en el centro y estos últimos meses más, porque acabo de recuperarme de una fractura en la cadera.

Ir al centro de día le ha aportado a mi vida amistades nuevas, compartir experiencias, mantenerme ágil tanto de cuerpo como de cabeza y hacer mi día a día valioso. Soy feliz allí.

 

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