[vc_row type=»in_container» full_screen_row_position=»middle» scene_position=»center» text_color=»dark» text_align=»left» overlay_strength=»0.3″ shape_divider_position=»bottom» bg_image_animation=»none»][vc_column column_padding=»no-extra-padding» column_padding_position=»all» background_color_opacity=»1″ background_hover_color_opacity=»1″ column_link_target=»_self» column_shadow=»none» column_border_radius=»none» width=»1/1″ tablet_width_inherit=»default» tablet_text_alignment=»default» phone_text_alignment=»default» column_border_width=»none» column_border_style=»solid» bg_image_animation=»none»][vc_column_text]Cuando el contacto físico se hace imposible y la intervención en entornos naturales poco recomendable, los centros del área social de PRODE, apoyándose en la tecnología a través de la teleintervención, continúan con su proceso de capacitación y apoyo, alcanzando en la mayoría de los casos resultados muy positivos en cuanto a la funcionalidad de los objetivos y posibilidad de generalización a contextos naturales.

El objetivo prioritario en esta época es atender las necesidades de las personas y las familias mediante un proceso participativo, orientado a normalizar la vida familiar, con unas propuestas de actuación del equipo que intentan adaptarse a sus rutinas y entornos.

La teleintervención, sin duda, garantiza estos objetivos usando estrategias de coaching, intervenciones basadas en rutinas y oportunidades de aprendizaje en los entornos naturales.  Para llevar a cabo una teleintervención con garantías se debe seleccionar el modo de conexión idóneo para cada familia, poniendo a disposición de las familias y los/as profesionales los medios que garanticen la continuidad de los servicios; asegurar privacidad en el uso de datos personales; adecuado manejo de las tecnologías por parte de los profesionales, y sobre todo, considerar que la teleintervención es una herramienta más en la metodología de trabajo que ya se viene utilizando, con planes personales de apoyo individuales y dinámicos y una metodología centrada en la familia, que será útil en la medida en que es útil la base del trabajo que ya se viene realizando.

En este punto comenzaría la intervención. En primer lugar, llevando a cabo, junto con la familia, una evaluación y consenso en cuanto a los objetivos de trabajo, y partiendo de esta realidad, trazar un plan de apoyo. Comenzar la sesión teniendo muy claro en qué actividades de la vida diaria se hará el entrenamiento. Durante la sesión el profesional se asegurará de que la familia integra los objetivos en las rutinas diarias y propondrá estrategias para mejorar resultados, y todo esto formará parte del plan de trabajo, que se enviará a modo de recordatorio a la familia para evaluar en la siguiente sesión.

Debe quedar claro, por tanto, que en el actual paradigma de trabajo centrado en la persona, en las familias y en la consecución de resultados funcionales, la intervención del profesional sirve para apoyar a la familia y/u otras personas vinculadas a la persona usuaria para que así puedan favorecer su desarrollo; la teleintervención adquiere por tanto una importancia crucial como forma de estar accesible, cercano e intervenir en rutinas de la vida diaria, una modalidad de trabajo que ha venido para quedarse.

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