Los cambios sociales y el avance tanto en políticas sociales como en promulgación de derechos nos obligan a reflexionar en profundidad sobre el modelo clásico de atención a personas mayores.
Las enormes transformaciones que están aconteciendo en la sociedad contemporánea tienen y tendrán cada vez más en el futuro una clara incidencia en la evolución y rediseño de las políticas sociales, entre ellas las que tratan de ofrecer respuestas más acordes a la creciente necesidad de atención de una población cada vez más longeva y con unas demandas socio-culturales mayores.
Teniendo en cuenta no solo el aumento de la esperanza de vida, sino también ese cambio de perfil de personas mayores que ya hoy estamos atendiendo, es necesario contemplar otras alternativas relativas al modelo de atención a personas mayores y a los recursos.
El avance de los modernos Estados sociales de derecho ha logrado que hayamos ido pasando de una concepción de la atención basada en la noción de necesidad a otra que se sustenta en la promulgación y consiguiente protección de los derechos de las personas mayores. Para hacer factibles los derechos, así como las propuestas de la comunidad científica y de los Organismos Internacionales, se insiste en la necesidad de propiciar que se realice un cambio de paradigma hasta llegar a un nuevo modelo de atención integral centrada en la persona que resulte válido para las personas que requieren apoyos para desarrollar su autonomía personal y para mejorar su independencia, cualquiera que sea su edad. Para ello se debieran organizar los servicios y planificar las intervenciones de manera que se avance en una atención integral y personalizada, que, para serlo, debe ser diversa, flexible, accesible, coordinada y continuada.
La atención centrada en la persona planea una atención desde la profesionalidad y el conocimiento técnico pero poniendo en el centro de la planificación de los cuidados a la persona usuaria de los servicios. Se trata de un modelo que busca y prioriza la calidad de vida de las personas mayores que precisan cuidados.
Los principios que sustentan el modelo hacen referencia a las personas a las que se dirigen los programas y al respeto de su dignidad y de sus derechos, cualquiera que sea su situación de discapacidad o dependencia a cualquier edad. Estos sientan la filosofía de la intervención y colocan a la persona en el centro de la atención. En consecuencia, la persona y sus derechos pasan a constituirse en el eje alrededor del cual deben girar tanto el sistema organizativo como el saber profesional y las intervenciones que se desarrollen.
Por otro lado, ligado a este modelo de atención, nos encontramos con la necesidad de un cambio en los recursos. La tendencia en el ámbito internacional indica una evolución en los modelos de alojamientos que constituyen una clara alternativa a la residencia de tipo institucional. Comparten ciertas características con las residencias convencionales, pero se diferencian de ellas en el modelo de atención. Entre ellos se encuentran diversas alternativas como son el Housing, los complejos residenciales y las viviendas con servicios.
Poco a poco avanzamos en el modelo de atención y ponemos la mirada directamente hacia la mejora en la calidad de vida de las personas y en su felicidad.