¡Muy buenas! Me llamo Rocío y voy a contaros un poco de mi historia, de mis cosas, de mi vida.

Nací en Alcaracejos el año 1986, así que ahora tengo 34 años. Prácticamente desde entonces ya decían que yo era diferente a los demás. No me gusta mucho hablar de cuando era pequeña, pues no fue una etapa fácil para mí. Estudié en varios colegios y finalmente me llevaron a una residencia en Córdoba porque ya no podía estar más en casa. Llegué a Fundación PRODE cuando tenía 19 años y ahora estoy en la Residencia de apoyos especiales, un centro para personas que no nos comportamos como otros esperan pero que me viene como anillo al dedo porque me permite llevar una vida estructurada, como a mí me gusta.

Soy de pocas palabras; hay quien dice que tengo problemas de comunicación, pero lo que ocurre es que yo me expreso a mi manera. Quien me conoce sabe perfectamente si me encuentro bien o mal, no hace falta que yo lo diga.

Tampoco soy muy de besos y cariños, así que esto del coronavirus no me ha venido del todo mal. Aunque, la verdad, poco a poco, me he dado cuenta de que no hacen nada de daño y reconfortan mucho. Ahora, incluso, busco abrazos de quien me quiere para sentirme segura. He aprendido que aquí la gente me quiere y me aprecia mucho. Me gusta la tranquilidad y sentirme muy segura, por eso prefiero tener una rutina muy marcada. Cualquier cambio en mi vida, por pequeño que sea, me lo tienen que explicar y requete-explicar y, aun así, lo recibo con mucho miedo. Por eso pregunto mucho, mucho, mucho.

Como decía, la situación en casa cuando era niña no era muy buena. Pero con los años eso ha mejorado y siento que mi madre me quiere un montón. Hace unos años empecé a ir y venir a mi casa en el mismo día y ahora ya paso hasta cuatro días allí con mi familia. Lo que pasa es que ahora mi madre está enferma y solo nos podemos ver cuando se encuentra mejor. Nos tenemos que conformar con llamadas y videollamadas. Ojalá se cure pronto porque me encanta estar con ella. Para mí es muy importante…y dicen que me viene genial, ¡claro!

Mucha gente me dice que soy una artista y que expreso mi arte de una manera peculiar. Mis dibujos gustan mucho aunque yo no entiendo muy bien por qué. Cuando alguien ve un dibujo mío, en seguida sabe que lo he hecho yo. Dicen que tengo un modo muy particular de hacerlos. Desde luego, pintar me gusta mucho. Y también dicen que es un modo de expresarme. A través de mis dibujos se dan cuenta de que no me encuentro bien, porque los hago diferentes y utilizo colores distintos, más tristes, dicen. Pero, por suerte, en los últimos años, la mayoría de las veces hago dibujos bonitos y muy alegres. Incluso se los llevan para ponerlos en agendas, mochilas, bolígrafos y un montón de cosas más de Yosíquesé… ¡y eso me encanta! Me hace sentir útil y veo que mi esfuerzo tiene sentido. Aunque, siendo sincera, no me acostumbro del todo a verlos en objetos donde no los he pintado.

Y no solo se me da bien el dibujo; dicen que soy muy responsable, trabajadora y que tengo una enorme capacidad de aprendizaje. Esa constancia, además de otras muchas destrezas, me hace destacar en las cosas que me gustan. Mis monitoras dicen que soy una crack, y yo creo que eso es bueno. ¿Cosas que me gustan? Lo que más, los objetos pequeños que puedo guardar en algún bolso, mochila o en mi mesilla. Me encantan las pegatinas y cinta adhesiva; con ella pego cosas que luego me gusta guardar. Con esto sí que tengo una guerra en el centro, pues no les gusta que guarde todas las cosas que yo querría, aunque finalmente hemos llegado a un acuerdo y lo llevamos bastante bien. Las pulseras también me chiflan, y los muñecos; y los huevos sorpresa que me trae mi madre. Tocar todos estos objetos y ver sus texturas me hacen sentir bien y lo hago con frecuencia. Y me gusta mucho moverme, el deporte me encanta; aquí ando mucho todos los días. Hasta que nos tuvimos que quedar en casa, no faltaba ni un día a los “lunes y miércoles saludables”, y contado era el día que no le pedía a alguien alguna pulserilla. A ver si pronto podemos volver a esta actividad, cuando se vaya el coronavirus. También me gusta mucho practicar otros deportes como el pádel, incluso fui subcampeona en un torneo en Cádiz a finales del año pasado. Y sobre todo… ¡me encanta el agua! La piscina es mi pasión; estaría horas dando saltitos, chapoteando y… observando las burbujas. Las pompas y burbujas me chiflan. Puedo pasarme muchísimo rato viéndolas, me hacen reír. Y también, cada vez más, me gusta salir de paseo aunque no a sitios donde haya mucha gente o ruido.

Poco a poco, con las personas de Fundación PRODE, voy descubriendo cada vez más cosas que me gustan, y me ayudan a hacerlas. Tengo un plan personal de apoyos muy centrado en esas cosillas que me hacen sentir tan bien. En fin, a pesar de que no todos los días son buenos, como le pasa a cualquiera, me encuentro muy bien por aquí; me conocen y yo a ellos. Me ayudan con las cosas que me cuestan más trabajo, como por ejemplo a escribir mi historia pues, como dije al principio, no soy de muchas palabras. Aquí me siento querida, cómoda y segura… y eso me hace feliz.

¡Hasta pronto!

 

 

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