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Seguro que muchos os habéis preguntado quién es ese que está detrás de la cámara de fotos junto con mi compañera Maica. Pues ese soy yo, Alfonso. Un joven de padres tarugos (de Pozoblanco) nacido un 30 de agosto de 1982 en Madrid, ciudad donde he vivido gran parte de mi vida. Cuando era chico, pasé muchos veranos en Pozoblanco junto a mis 4 hermanos mayores.  Era esa época del año donde nos juntábamos los primos, nos bañábamos en el pantano del coto, íbamos al cine de verano del paseo Marcos Redondo e íbamos al kiosco del Bulevar a por chucherías, entre otras cosas. El resto del año lo pasaba en Madrid, donde estudiaba. Mis padres me pusieron Alfonso por mi abuelo paterno.

La afición por la fotografía me vino cuando hicimos un taller de fotografía en el instituto. A partir de ahí, estudié ciclos de Formación profesional de Imagen y sonido. Cuando empecé, usábamos carretes de película de 35 milímetros, que revelábamos nosotros. Después también sacábamos las fotos en papel.  Recuerdo con mucho cariño mi primera cámara réflex de película, la Eos 300. Después todo cambió al digital. Hice prácticas en televisión, donde me contrataron por un año y posteriormente estuve en otra empresa como digitalizador de imágenes. Poco después, mi familia y yo decidimos que era mejor estudiar algo más para abrir más las posibilidades laborales. Fue entonces cuando inicié el Grado en información y documentación en la universidad y después de mucho esfuerzo lo terminé. Cuando me gradué, sentí una emoción muy grande, había conseguido algo que durante algunos años me parecía imposible.

2017 fue un año muy importante en mi vida. No solo volví a encontrar empleo, sino que cumplí una soñada meta: vivir de forma independiente como lo hacía el resto de la gente. Siempre me había asustado la idea de vivir solo, pero gracias a la confianza que Fundación PRODE depositó en mí, me lancé a ello.  Para mí significó llegar al otro lado del miedo, y alcanzar la felicidad y satisfacción de sentirse incluido dentro de la sociedad.

El cambio de Madrid a Pozoblanco fue grande, pero mis familiares y compañeros de trabajo hicieron que todo fuese más fácil. Gracias a ellos estoy perdiendo el miedo a la cocina y de momento hago lentejas, arroz, cocido y verduras. Pero quién sabe lo que llegaré a preparar de aquí a unos años.

En mi trabajo pertenezco al Departamento de marketing y comunicación. Allí realizo funciones de fotografía y alguna tarea de documentación, además de ayudar en el proyecto de regeneración de la dehesa “El Dehesafío”.  También estoy dentro del Área socio laboral, donde me ayudan bastante con el tema laboral. Ellos me prestan los apoyos necesarios en todas esas muchas cosas que necesito mejorar y aprender tanto a nivel profesional como personal.

Fundación PRODE significa mucho para mí. Ellos/as me han hecho ver que, si uno se lo propone, no hay nada imposible. Tengo unos compañeros y compañeras que creen y confían mucho en mí, y hacen que cada día me supere aún más. Son todo un referente para mí.

No puedo olvidarme de todos los buenos momentos que vivimos en los eventos que participa y/o organiza Fundación PRODE. Por ello, siempre esté donde esté, estaré muy agradecido por la oportunidad de pertenecer a esta gran familia que es Fundación PRODE y de hacer que las personas con discapacidad intelectual seamos uno más dentro de la sociedad.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

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