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Nací el 7 de Diciembre de 1965 en Villanueva de Córdoba. Soy el tercero de cuatro hermanos. Mis padres me llamaron Francisco por mi abuela paterna, aunque al final todos me llamaban Paquito porque mi padre era Paco. Actualmente, en Fundación Prode todos me llaman Paco.

Con 10 años, me gustaba mucho la música y comencé a dar solfeo por las tardes. Ahí comenzó mi inclinación por la música, sin embargo, no llegué a terminar estos estudios.

Durante ese tiempo, comencé también a dar catequesis a niños con otra compañera, e íbamos de convivencias. Comenzó mi tiempo en las comunidades y me impliqué mucho en la religión.

En esta época, fue cuando apareció mi enfermedad. Recuerdo un día que dando catequesis sentí algo raro en el corazón. Era como una emoción muy grande. Me llenaba mucho dar catequesis a los niños, pero al mismo tiempo, cuando estaba con los compañeros de clase de FP, ellos me notaban raro y yo hablaba cosas incoherentes. Estaba mal, aunque no alterado.

A los 28 años, un catequista me dijo que fuese todos los días a misa de alba que me ayudaría y que a su vez buscase trabajo. Un día, buscando trabajo, el jefe de mi hermano me dio la oportunidad de probar en su tienda. Allí tenía mi sitio para reparar y aprender el oficio. Ahí me di cuenta de que yo tenía habilidades, pero el miedo y el no tener constancia, me hizo dejarlo después de unos meses.

En 2002 entré en Fundación Prode en el Centro de día ocupacional, donde comencé a poner más de mi parte, y a madurar un poco. Durante este tiempo, mis padres se fueron haciendo mayores, la situación no era buena en casa. Uno de estos días, llegué a casa y mis padres me informaron de que había conseguido plaza en Viviendas tuteladas en Fundación Prode. Yo me lo tomé muy mal porque pensaba que si entraba ahí ya no tendría ningún futuro, no saldría nunca de allí.

Antonio Jurado jugó un papel importante en esta decisión, y finalmente entré en Viviendas tuteladas en Marzo de 2017. El equipo de viviendas comenzó a trabajar conmigo. Vi que creían en mí y también comencé a asistir al taller de marquetería en el Centro ocupacional.

Al poco tiempo, en Junio de 2018, surgió la oportunidad de formarme y aprender una ocupación en la cafetería Yosíquese Coffee & Food que Fundación Prode iba a abrir. Esta oportunidad surgió a través de una nueva área que se había creado en la entidad, el Área sociolaboral, y acepté. Era como una nueva puerta que se te abre y yo quería darlo todo.

Los primeros días fueron más duros, pero poco a poco he ido aprendiendo, sólo el hecho de estar en un lugar con tantas personas, supone para mí un gran logro. Por eso agradezco los apoyos que todos los profesionales me dan para seguir superándome y aprender cada día.

Gracias a esta área he conseguido ser más maduro, antes veía la vida desde otra perspectiva… Me he dado cuenta de la importancia de manejar mis emociones y de tener valores en la vida.

Lo que más valoro es el trabajo que hacemos todos como equipo por tener una mejor calidad de vida y el verme como cualquier persona de la sociedad que intenta ser uno más. En definitiva, sentirme incluido socialmente.

Doy gracias a todas las personas que a lo largo de mi vida me he encontrado en el camino y que me han aconsejado durante esta dura batalla que es la vida.

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