(Esta imagen fue tomada antes de la pandemia del COVID-19)

En Fundación PRODE sabemos que todas las historias de vida que hoy nos pueden contar nuestros mayores son interesantes porque es una generación que sin los medios actuales han sabido defenderse y muchos de ellos aprender de manera autodidacta: la escritura, las matemáticas, la lectura, etc. No podían asistir a la escuela porque tenían que cuidar de sus abuelos o sus hermanos cuando los padres estaban trabajando, o tenían que ir a trabajar ellos mismos a pesar de su corta edad. De esta manera aprendieron el valor del esfuerzo, el trabajo, la dedicación, el sacrificio, etc. Y sin embargo, les habría gustado ser: ingeniero, maestra, matrona, sacerdote, etc. Pero son lo que son y no tienen rencor. Al contrario.

Las pocas oportunidades que han tenido para conocer “mundo” las han aprovechado,  porque ellos saben el valor de las pequeñas cosas, del tiempo, del dinero, etc. Conocen lo que es ser austeros y aprovechar cada instante. Así, muchos, fijándose en otros que escribían o hacían cuentas se fueron practicando hasta conseguir hacerlo ellos mismo. No podemos contar una historia concreta, si no muchas.

(Esta imagen fue tomada antes de la pandemia del COVID-19)

Nuestros mayores, el mejor bastión que tenemos, son una generación magnifica de la que podemos aprender tantas cosas que se han quedado en el olvido: Tener un solo par de zapatos, comer siempre lo mismo, no ir a la escuela, cuidar de los demás sin compensación alguna salvo la satisfacción personal,…

Contamos con mujeres y hombres en nuestros centros, que han sido capaces de trabajar, viajar y disfrutar y ahora dedican su día a día a fortalecerse tanto mental como físicamente porque aún quedan ganas de vivir, de aprender, de ser felices.

 

En nombre de todos nuestros mayores que trabajaron muy duro para dejarnos un mundo mejor.

 

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