Mi nombre es Lina Marcet Aparicio, tengo 92 años y toda mi vida me he dedicado al teatro. Ahora vivo en la residencia de Belalcázar de Fundación PRODE donde me ayudan para que pueda participar en las actividades de teatro que organizamos y que se empezaron a hacer cuando yo entré en el centro. Ya que estas niñas me dan la oportunidad, os voy a contar la historia de mi vida:

Nací en A Coruña, donde se encontraban mis padres circunstancialmente, ya que ellos eran naturales de Madrid pero recorrían España de punta a punta trabajando en lo que más nos ha gustado a todos los miembros de mi familia: el teatro.

Fuimos tres hermanos y los tres nos enganchamos a la profesión  de actores. Nuestros padres y tíos nos enseñaron desde pequeños el arte de actuar y de ilusionar a la gente, y parece que no se nos dio nada mal, porque los tres hemos vivido la mayor parte de nuestras vidas de nuestra profesión.

Trabajando he viajado por toda España pisando diferentes teatros nacionales como el de Valencia, el Liceo de Barcelona, el Teatro Real de Madrid…. Durante los viajes era cuando me estudiaba los papeles (tengo que decir que siempre he tenido buena memoria, pero aun así estudiaba mucho porque papel que no estudias a conciencia, papel que se te va de la cabeza en el escenario).

Normalmente viajábamos en coche y caravanas, pero algunas veces he viajado en caballo. Mientras viajaba en coche cosía mis vestidos o me los imaginaba y los dibujaba en un papel para cuando pudiera comprarme la tela y cosérmelos yo misma.

Recuerdo perfectamente el día que conocí a mi marido. Fue durante una obra de teatro, él me vio en el escenario y se enamoró de mí. Al terminar la obra se acercó a hablarme con un ramo de flores y en ese momento comenzamos a hablar hasta que nos casamos.

Unos meses después de mi boda, les dije a mis padres que me retiraba del teatro profesionalmente. Me retiré porque mi marido era médico y al no tener plaza fija, teníamos que cambiar con frecuencia de residencia, lo que me descentraba y me apartaba de ser actriz.

Con él fui muy feliz todos los años de nuestro matrimonio pero tuve que adaptarme a su trabajo y yo siempre he tenido mi espinita del teatro, por eso, cada vez que he tenido ocasión me he apuntado a grupos de teatro, asociaciones, etc., para practicar el teatro como afición.

Guardo muy buenos recuerdos de todas las historias que he tenido la oportunidad de vivir por nacer en una familia de actores.

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