Las organizaciones sin ánimo de lucro que trabajan para que las personas en situación de vulnerabilidad tengan una vida digna, son más necesarias que nunca en contextos de crisis económica, ya que generalmente estas situaciones agravan las desigualdades sociales de manera grave. No obstante, las coyunturas económicas negativas también afectan a las organizaciones sin ánimo de lucro, siendo indispensable la profesionalización que garantice los recursos necesarios para que las entidades sociales puedan seguir cumpliendo su propósito o misión para que el mundo sea un lugar más justo y solidario.

La crisis financiera del año 2008 supuso un parón en seco en la concesión de crédito, motivado por la caída de la liquidez bancaria y la falta de confianza generalizada. Su larga duración supuso un desgaste significativo en muchas organizaciones a nivel de tesorería; siendo las tensiones de caja (falta de disponible) el factor fundamental que supuso la desaparición de miles de empresas; muchas de ellas rentables. Esta crisis puso el foco en la importancia de cuantificar de manera rigurosa las necesidades financieras de las organizaciones, planificando correctamente la financiación de las inversiones en activo inmovilizado y de las necesidades operativas de fondos, con el fin de garantizar un crecimiento controlado.

Aquellas organizaciones que tenían una planificación financiera adecuada y una estructura de costes con un resultado operativo saneado (en comparación con los datos sectoriales correspondientes), salieron airosas de la que fue una situación económica muy complicada. Y a partir del año 2014, la economía europea comenzó una nueva senda de crecimiento económico medio del PIB de un 2% anual aproximadamente, que descendió al 1,2% en el año 2019.

Como consecuencia de la crisis del coronavirus, las previsiones para el 2020 se han desplomado, con una caída prevista de entre el 8% y el 9% en la Eurozona, según la Comisión Europea, y de hasta un 13% en España, según la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS). Si en una edición anterior de este Boletín INFO XXI se comentaba la importancia de realizar una planificación de caja rigurosa y un plan de ajuste correctamente cuantificado y firmemente ejecutado como vías indispensables para enfrentarse a esta coyuntura económica, en este editorial se describirán algunas opciones para garantizar la continuidad de las organizaciones sociales por la vía de los ingresos.

Muy probablemente ya no volverán los planes estratégicos a más de uno o dos años vista. Tal circunstancia se debe a la situación de incertidumbre permanente que vivimos, donde el entorno cambia a gran velocidad, la inteligencia artificial y el progreso tecnológico están modificando las actividades económicas y los puestos de trabajo, y se están cuestionando de manera continua algunos valores que hasta no hace mucho eran inamovibles. Todo ello obliga a ser innovadores en lo referido a la generación de recursos financieros, ya que la razón de ser de las organizaciones podrá llevarse a cabo solo si hay recursos para ello.

Algunas posibilidades para generar ingresos añadidos a los que ya son recurrentes son: 1) La puesta en marcha de actividades económicas que tengan como única finalidad la captación de fondos, que serán destinados a financiar el cumplimiento del propósito social de las entidades; por ejemplo Muser Auto Venta de Vehículos como vía de financiación de los proyectos sociales de Fundación PRODE. 2) La creación de un profesionalizado Departamento de desarrollo y captación de fondos. 3) Planificar estratégicamente la diversificación emprendiendo en nuevos sectores basados en la generación de valor.

En definitiva, en un entorno donde la incertidumbre y la alta velocidad del cambio son lo único seguro, la profesionalización de la planificación financiera y el control de gestión, la creatividad, la innovación y la aplicación tecnológica y digital, son los caminos para optimizar las operaciones y generar nuevos ingresos. A su vez, estas premisas sólo serán posibles si se pone el foco en la creación de valor social mediante la resolución eficaz de los problemas de la comunidad, siendo la vocación de servicio a la sociedad el fuelle motivacional que lo impulsa todo. Solo así se podrá avanzar cada día en la dirección de la mejora continua sin que ninguna persona en situación de vulnerabilidad se quede atrás.

 

 

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