¿Qué ventajas conlleva para una organización tan compleja como Fundación PRODE el uso de una herramienta de gestión para la mejora?  

En lo que conozco a Fundación PRODE, prefiero pensar que no es una organización compleja sino diversa. Diversa en públicos destinatarios, actividades, equipos y oportunidades. Creo que una herramienta para la gestión del aprendizaje y la mejora ayuda a conducir esa diversidad tendiendo puentes entre equipos para generar y construir conocimiento compartido. Esto, no solo es importante para el avance hacia la visión, sino que puede ayudar poderosamente a generar cohesión desde la transparencia, la generosidad de compartir y el aprendizaje como camino en el que todas las personas de Fundación PRODE y su entorno, pueden aportar. Las herramientas son solo eso, herramientas. Pero el uso inteligente de esta herramienta aportará información útil para que las capacidades de la organización aumenten. Muy a menudo, la complejidad se resuelve haciendo que la información circule y esté a disposición de quien la necesite para la toma de decisiones. Y en ese sentido, la aportación que puede hacer el sistema de aprendizaje y mejora (SAM) es enorme. 

¿Consideras importante la participación de todos/as los/as profesionales en esta herramienta?  

Desde luego que sí. E indirectamente, también es importante la participación de otros grupos: personas, familiares, clientes, proveedores, colaboradores… En este sentido, la herramienta puede y debe llegar a convertirse en una antena que captura información útil para aprender por diversas vías: encuestas, sugerencias, evaluaciones, espacios de reflexión y aprendizaje… En definitiva, será un repositorio fundamental para el análisis y uso del conocimiento, y ayudará a consolidar los aprendizajes que se vayan dando. No obstante, en un periodo inicial podría ser bueno que se vaya testeando a modo de pilotaje para hacer los ajustes necesarios y extender su uso tras formar a todos los equipos, no solo en su manejo, sino en cómo utilizarla para aportar valor. 

¿Son las nuevas tecnologías y la revolución digital fundamentales para la transformación de las organizaciones?  

Obviamente. Si bien, yo soy contrario a seguir llamando “nuevas tecnologías” a las que tienen ya décadas de funcionamiento. Creo que el gran reto es aprovechar la tecnología para poner a disposición de cualquiera el conocimiento necesario para generar valor a las personas, clientes y colaboradores, de forma sostenible. Y en ese sentido, la situación generada por el COVID ha hecho florecer diferentes formas de trabajar en equipo y prestar apoyos a las personas. Las herramientas digitales deben ayudarnos a conectar y generar oportunidades para todas las personas, y muy especialmente a las personas en situación de mayor vulnerabilidad. Hacer cosas para superar la brecha digital y hacer la vida más fácil y accesible para las personas con necesidades de apoyo es uno de los grandes objetivos que hemos de afrontar entre todos cuanto antes. 

 

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