Los CEE podemos considerarlos empresas en su más estricto sentido del término. Al tratarse de entes cuyo objetivo principal es el de realizar una actividad productiva de bienes o de servicios, participando regularmente en las operaciones del mercado, y que tienen como finalidad el asegurar un empleo remunerado para las personas con discapacidad, prácticamente lo que las diferencia de otras empresas es la obligación de contar en su plantilla con un mínimo del 70% de personas con discapacidad. Ante ello el tratamiento para hacer frente al mercado en las actuales circunstancias es igual a cualquier otra empresa.

Tras el impacto inicial de la COVID-19 y la crisis económica provocada, la reactivación de la actividad empresarial supone medidas diferenciadas para cada sector y cada actividad, si bien podemos marcar acciones de carácter general que nos sirvan de guía: liderazgo ante la nueva situación, diagnóstico de situación, definición y despliegue de un plan y una estrategia, gestión de la salud y la seguridad, intervención ante las nuevas exigencias, análisis de cambio en instalaciones y tecnología, y fortalecimiento de una cultura orientada a las personas.

Cada uno de los apartados expuestos anteriormente exigiría un importante despligue para su desarrollo. No obstante, por resumir lo máximo posible, hay tres ideas clave: proteger la salud es lo primero, nuestra segunda prioridad debe ser el bienestar de las personas, y en tercer lugar debemos concentrarnos en la productividad.

Ante esas claves se hace imprescindible abordar algunas acciones como: desarrollar un plan de seguridad y salud, diseñar e implantar una estrategia general de capital humano en función de las nuevas necesidades y exigencias, y ante las exigencias de sostenibilidad económica, profundizar en el análisis de cada puesto de trabajo respecto a su productividad, y afrontar los cambios que correspondan.

La flexibilidad y la capacidad de adaptarse en cada momento a las nuevas circunstancias, debe ser el denominador común de toda organización que tenga como objetivo consolidarse ante la inmensa incertidumbre que nos desborda.

En los dos primeros meses de la pandemia desaparecieron 133.000 empresas en España y según las previsiones pueden llegar a perderse 350.000. Los CEE, al igual que el resto de empresas que integran el mercado, que no se adapten a la nueva realidad y no sean competitivos, tendrán serias dificultades para sobrevivir. En el caso de los CEE con el gran agravante que afectará principalmente al sector de población más vulnerable y con peores datos de tasa de actividad y empleo, las personas con discapacidad.

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