Hemos estado hablando con Sacramento y Juan, dos de las personas que más tiempo llevan en PRODE. Son conocedores y protagonistas de la entidad, porque ellos son PRODE. A día de hoy, ambos viven en viviendas tuteladas. Nos van a contar cómo fueron aquellos primeros años y cómo ha ido cambiando su vida.

¿Recordáis cuándo comenzasteis a acudir a PRODE? ¿Y qué hacíais antes de venir? Contadnos cómo fueron vuestros inicios.

J: Yo vivía con mis padres y todos los días me iba a ayudar a mi padre a los huertos de los que se encargaba. Empecé a venir aquí antes de que se llamara PRODE, en el año 1981. Yo tenía 29 años. Venía a unos talleres que había en la calle Mayor.

Los primeros días no me gustaba venir porque prefería irme con mi padre al huerto pero tampoco me opuse nunca. Poco a poco fui conociendo a gente, haciendo amigos y ya me fue gustando más esto porque también hacíamos cada vez más cosas. Al principio, casi todas las personas éramos de Pozoblanco, luego fueron viniendo de otros pueblos. Además de trabajar, pasábamos muy buenos ratos.

S: Yo también entré en el mismo año. Vivía en la residencia de las monjas de Jesús Nazareno. Allí estaba con mi hermano y ayudaba mucho a las monjas. Empecé también en los talleres que había en la casa vieja. A mí me gustaba mucho. Además también venía mi hermano. Yo seguía viviendo en la residencia de las monjas.

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¿Cómo eran aquellos talleres?

S: Había talleres de costura, de fregonas, de eneas, de sillas y alguno más. Yo trabajaba en el de costura. Íbamos a los talleres durante el día y me iba a la residencia de las monjas a comer y dormir.

J: Yo trabajaba en el taller de eneas y sillas. Por las mañanas, estaba hasta la una; luego iba a comer a casa y echábamos mano otra vez a las tres, hasta las cinco que volvíamos a casa…y hasta el día siguiente. Solo eran los días de diario. Los fines de semana no había nada, aunque algunos se organizaban excursiones.

Muchas de las cosas que hacíamos en los talleres las vendíamos y se sacaba un dinero, sobre todo se vendían fregonas. Con lo que se sacaba, a nosotros nos daban un salario.

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Además de los talleres, ¿qué más se hacía?

J: pues poco a poco se iban organizando más actividades. En verano se organizaban campamentos. Recuerdo que en los primeros años, antes de llamarnos PRODE, fuimos dos veces a la Sierra de Cazorla. Uno de los años nos pusimos malos porque el agua estaba mala. Se armó una buena. Blas padre se enfadó mucho. Él siempre estaba con nosotros y se preocupaba mucho. Luego, a partir de 1984, empezamos con los campamentos en la Virgen de las Cruces de El Guijo. Allí fuimos varios años. Dormíamos en tiendas de campaña. Estaba muy bien. También recuerdo que uno de los años, por la noche, cayó una tormenta grande y tuvimos que refugiarnos en la ermita.

En esos años se empezó a hacer también la carroza para la cabalgata de Reyes y un portal de Belén viviente en la residencia vieja. Venía mucha gente. Yo me vestía de paje.

S: ¡¡¡Y yo de angelito!!! Jajaja. ¡Qué bien lo pasamos!

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Desde que entraste en PRODE, ¿en qué centros habéis estado?

J: Yo los primero años solo venía a los talleres y vivía en mi casa. Pasé de los talleres de la calle mayor a los talleres del centro ocupacional. Allí al principio eran sobre todo de huerta y ganadería. Empezamos por el huerto, luego cuidando pavos, gallinas, conejos… y poco a poco aquello se fue haciendo cada vez más grande y había más actividades. Recuerdo que hicimos un teatro que tuvo mucho éxito y nos llamaron de algunos pueblos para echarlo. Al principio subíamos al centro ocupacional en un Land Rover, luego ya se fueron comprando otros coches. Con los años empecé a trabajar en el taller de marquetería, donde llevo ya mucho tiempo. Allí enmarcamos cuadros para la calle, aunque últimamente, desde la crisis, está la cosa más floja. Cuando se abrió la residencia nueva, en 1999, me vine a vivir aquí y cuando se abrieron los pisos tutelados de la calle Cádiz, en 2003, me mudé allí donde sigo viviendo.

Recuerdo los primeros años con mucho cariño. Me gustaba mucho. Era muy familiar. Ahora estamos más gente pero hacemos muchas más cosas y tenemos más cosas para elegir. Hay más talleres, mejor preparados y tenemos muchas actividades en nuestro tiempo libre. La verdad es que estamos muy bien.

S: Yo iba a los talleres y vivía con las monjas. Luego me fui a una residencia de otro pueblo con mi hermano hasta que abrieron la residencia vieja de la calle Mayor, donde estaban los talleres, y ya no vinimos los dos a vivir aquí. Esa residencia me gustaba mucho pero era un poco vieja. Tenía goteras y la estaban arreglando cada dos por tres. Yo trabajaba en la cocina. Me llevaba muy bien con las cocineras y me gustaba mucho aquello. Era muy bonito. Allí estuve muchos años. Luego me fui a unos pisos tutelados en el Paseo de la Herradura hasta que abrieron la residencia nueva que me vine aquí. Y hace unos pocos años muchas personas que estábamos en esta residencia nos fuimos a los pisos tutelados, donde vivo ahora. Ahora trabajo limpiando la residencia y estoy muy contenta.

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¿Cómo ha influido PRODE en tu vida?

J: Pues yo creo que muy bien. No sé qué hubiera sido de mi vida si no hubiese existido PRODE. Seguramente estaría lejos de mi pueblo. Aquí me ha ido muy bien. Además, hace 10 años que encontré pareja. Conocí a Pilar gracias al grupo de autogestores y empezamos a salir…hasta hoy. Me gustaría seguir en PRODE mucho tiempo, pues la verdad es que estamos bien, aunque me gustaría hacer algunas cosas y espero que me ayuden.

S: Yo también he estado muy bien en PRODE, y lo sigo estando. He podido estar siempre cerca de mi familia y con mi hermano, y eso es muy importante. Yo también he tenido pareja muchos años. Me gustaría seguir aquí siempre. Esta es nuestra casa y nuestra familia.

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